Hace 6 años publicaba aquí uno de los posts más leídos del blog para aquella época. No imaginaba siquiera que en 2019 todavía conservaría este espacio y menos que de alguna manera repetiría tema, pero viéndolo desde otra esquina más cercana.
Han pasado muchas cosas en esta década que está por terminar, pero sin lugar a dudas fueron 10 años en los cuales quienes comenzamos la adultez -y quienes se están acercando a ella-, afrontamos esta etapa con una gran ansiedad por el futuro. Las noticias de la pobreza mundial, la desigualdad social, los gobiernos totalitarios en cada extremo, la polarización política, las migraciones forzadas alrededor del globo y el calentamiento climático entre otros temas de gran relevancia; alimentan la incertidumbre en nuestras cabezas y están para nosotros, -los privilegiados con acceso a internet- a un clic.
Los millennials tardíos y la generación Z encontramos el debate abierto unido bajo el hipervínculo de un hashtag. Los 2010 y la hiperconectividad digital que trajo consigo fueron el caldo de cultivo para la protesta online. Hacemos parte de un colectivo con rabia, frustración y desasosiego, y mientras muchos prefieren el idilio con Instagram y demostrar 24/7 una existencia perfecta; otros han comenzado a identificarse con subculturas del pasado cuyos lemas encajan perfectamente con el contexto actual.
Montémonos en la máquina del tiempo y viajemos a los comienzos de los noventa. Se reencauchaba la premisa del Punk, "NO FUTURE", bajo las letras de las bandas insignia de un entonces novedoso género musical llamado Grunge. Con la popularidad, pasó a convertirse en un estilo de vida; en el que su vestir descuidado era la prueba de la indiferencia hacia la apariencia propia, porque un discurso que hablaba del hastío por el materialismo y la conformidad de las masas era más importante.
Han pasado aproximadamente treinta años desde entonces y las cosas no han cambiado mucho, apartando la gran influencia de la tecnología en nuestros días. Sumémosle a las problemáticas sociales de finales del siglo XX, el hecho que nuestras generaciones crecieron frente a una pantalla; con una conectividad que realmente desconecta y que desencadena una sensación de soledad generalizada.
El efecto péndulo lo hace de nuevo y tal cual como ayer, los adolescentes de hoy han comenzado a identificarse con estéticas y premisas del pasado; siendo una de ellas el ahora bautizado Neogrunge. Tristeza, frustración, angustia, ansiedad por el futuro, apatía por la democracia y sus líderes; pero también sin miedo a alzar la voz y saber que tienen la razón.
Por supuesto ese sentir se manifiesta a través del vestir en un contundente regreso del estilo noventero. Entre la uniformidad de esta corriente, la individualidad se expresa a través de prendas customizadas a gusto con nodrizas, pinzas, argollas, cadenas y otros elementos metálicos. Los accesorios del Grunge clásico se han dejado influenciar de otras subculturas urbanas contemporáneas y salta a la vista una bisutería cada vez más compleja llegando a juego los arneses y body chains.
¿Cómo lidiar con un proyecto de vida propio teniendo tanto conocimiento a mano que se abre espacio para interrumpir nuestros sueños?
¿Cómo manifestar esas inquietudes existenciales?
Montémonos en la máquina del tiempo y viajemos a los comienzos de los noventa. Se reencauchaba la premisa del Punk, "NO FUTURE", bajo las letras de las bandas insignia de un entonces novedoso género musical llamado Grunge. Con la popularidad, pasó a convertirse en un estilo de vida; en el que su vestir descuidado era la prueba de la indiferencia hacia la apariencia propia, porque un discurso que hablaba del hastío por el materialismo y la conformidad de las masas era más importante.
Han pasado aproximadamente treinta años desde entonces y las cosas no han cambiado mucho, apartando la gran influencia de la tecnología en nuestros días. Sumémosle a las problemáticas sociales de finales del siglo XX, el hecho que nuestras generaciones crecieron frente a una pantalla; con una conectividad que realmente desconecta y que desencadena una sensación de soledad generalizada.
El efecto péndulo lo hace de nuevo y tal cual como ayer, los adolescentes de hoy han comenzado a identificarse con estéticas y premisas del pasado; siendo una de ellas el ahora bautizado Neogrunge. Tristeza, frustración, angustia, ansiedad por el futuro, apatía por la democracia y sus líderes; pero también sin miedo a alzar la voz y saber que tienen la razón.
Con el Neogrunge llegan a identificarse jóvenes enfadados y sobreinformados que no se dejan meter los dedos a la boca.
Es el sentir de la rebeldía natural de la juventud agudizada por el Zeitgeist.
Por supuesto ese sentir se manifiesta a través del vestir en un contundente regreso del estilo noventero. Entre la uniformidad de esta corriente, la individualidad se expresa a través de prendas customizadas a gusto con nodrizas, pinzas, argollas, cadenas y otros elementos metálicos. Los accesorios del Grunge clásico se han dejado influenciar de otras subculturas urbanas contemporáneas y salta a la vista una bisutería cada vez más compleja llegando a juego los arneses y body chains.
Esta es la rebeldía ad portas del 2020, porque la sensación de NO FUTURE nunca se fue.
Editorial de moda de Neotropic Media en conjunto con The Glambition Blog
Modelo: Camila Monsalve Ospina (@camilamonsalveo)
Fotógrafo: Felipe Dangond (@pressidentevisual)
Styling: Andrea Altahona Corvacho
Dirección creativa: Felipe Dangond y Andrea Altahona
Locación: Casa Galería Cultural IN-SUR-GENTE por Salazar Notable, Santa Marta - Co